Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

11/06/2014

ERROR EN EL DIAGNÓSTICO

                                                                     
Un sabor agridulce recorre este otoño, es el fruto podrido 
que se desprende del árbol de los sueños truncados.


Ahora que bullen las ollas de corrupción el diagnóstico que sobre ella se hace por los líderes políticos de “Podemos” elude corroborar que ésta se asienta en todos los estratos y estamentos sociales, que afecta a cualesquiera de los comportamientos y las relaciones humanas teñidas por la competencia en detrimento de la colaboración, que se ejerce a través de los intercambios por la explotación en las relaciones laborales en cualesquiera de sus ámbitos, que es consustancial en las conductas sociales porque es parte de nuestra cultura y tradición, de nuestra forma de encarar el tránsito vital personal y en sociedad.

Curiosamente el diagnóstico que se realiza sobre ella quiere circunscribir su práctica a una serie de individuos aislados que han ejercido, o ejercen, el poder político o económico en su propio y exclusivo beneficio, detrayendo del erario público los recursos económicos de todos los ciudadanos en su propio y exclusivo interés. Ello, siendo cierto, no es exclusivo, como quiere hacérsenos entender, de las prácticas o las conductas que, a otra menor escala, también se dan entre la mayoría de la población.

Debe ser que no se quiere ofender a sus posibles votantes si se señalase implícitamente que también ellos son responsables de la misma, ya sea por omisión, al poner la vista en otra parte durante tantos años, o por no reconocer que los políticos que se tienen se corresponden con los ciudadanos que los sostienen; cómo si “la casta” estuviera constituida por seres extraterrestres o inmigrantes clandestinos.

Ese discurso que deposita las responsabilidades sobre “los otros” es una monserga repetida y repetida en todas las prácticas de las que se echa mano para la exculpación. Pero no debe llevarnos a engaño hablar de “otros” en vez de hablar de “nosotros”. De hecho, a diferencia de los países de nuestro entorno, fue “entre nosotros” la masacre fratricida de la guerra civil, y eso conviene tenerlo muy presente.

Si cualquier acto político es pedagógico de por sí, aunque en la práctica sea lo contrario contribuyendo a la mansedumbre, ese diagnóstico no sólo yerra sobre el problema sino que contamina o limita en gran manera las medidas a tomar para una posible solución a medio y largo plazo.

El poder político y económico que durante la dictadura fuera ejercido a través de “la imposición” dio paso, con el advenimiento democrático, a su ejercicio a través de “la manipulación”. La ausencia de “libertad”, fundamentalmente de expresión, fue el señuelo utilizado para crear esta ilusión y seducidos colectivamente por “la expresión” nos dejamos secuestrar “la opinión”. La política oculta de “la caverna” dio paso a la política como espectáculo y, como anunciara Schwartzenberg, "a través de los medios de comunicación el espectáculo del poder ha llegado a sustituirlo en la práctica".

Si se pretende hacernos creer que la participación popular en los asuntos políticos es asistir masivamente a las tertulias del ramo, discutir acaloradamente en los desayunos con los amigos o vecinos sobre los entresijos del poder a través del destape de los casos de corrupción, para luego ir a votar a una nueva fuerza política emergente que vaya a solucionar un problema que ni siquiera identifica correctamente, estaremos contribuyendo a dilatar enfrentarnos a él. Porque lo acuciante no es solo destapar toda la mierda, sino también e ineludiblemente sentar las bases para que no se pueda volver a repetir y eso pasa por asumir individual y colectivamente ser parte del problema antes de creer que corresponde a otros su solución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo.